Cuando el ser humano puso su pie en la luna por primera vez, yo lo puse en la Tierra.

En la ciudad donde Islero remató faena.

No tengo memoria de mi primera respiración ni de mi primer dibujo. 

Mi primer poema se traspapeló en los anaqueles del tiempo. 

Todo lo que expreso pasa por el tamiz de la subjetividad y la pasión por lo que hago. 

La curiosidad es la rienda que dirige la locura de mi proceso. 

Soy un tipo que desaparecerá en breve y también mis cagadas, y las del mismo Velázquez, como lo hará el mundo. 

Eso no me inquieta, incluso me importa un carajo. 

Solo es nuestra la ilusión del presente inasible y el recuerdo, ¡ay el recuerdo…!